MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

domingo, 22 de mayo de 2011

PALABRAS

La palabra que nombra también limita. Encierra. Pero al mismo tiempo permite la posibilidad de hacerla estallar y transformarla. ¿Qué refiero cuando digo Queer? ¿Qué cabe en las expresiones gay y lesbiana? ¿Qué queda afuera del término bisexual? ¿Qué significados abarcan y excluyen las palabras travesti, transgénero, transexual, intersexual? ¿Qué nombro cuando digo heterosexual? ¿Qué queda en el silencio cuando emito mi voz?


El encuentro con el otro implica un riesgo. Me arriesgo cuando me abro a la posibilidad de comunicarme con los demás, porque expongo la porosidad de mis fronteras. Pero el otro también se arriesga cuando permite que lo penetre. La comunión con el otro evidencia la vulnerabilidad del sujeto a través de la aceptación de las paredes diatérmicas que nos conforman. No hay encuentro en el vacío ni sin incertidumbre ni zozobra. El riesgo nombra la vulnerabilidad y la precaridad que me constituyen.


Este riesgo se vectoriza a través de la palabra escrita y emitida. Digo Yo y fundo también al Tú, que juntos conforman al Nosotros. De ahí, el salto a las otras personas gramaticales son la suma de riesgos asumidos en una diálogo incesante de palabras y silencios. De pausas y continuidades que de/construyen constantemente.


Hablar en nombre propio, entonces, no siempre significa egoísmo. Hay en la enunciación del Yo una negociación con (la existencia de) los Otros. Pero reconocer esa doble implicación (yo más los otros) implica asumir los riesgos que dicha comunión trae emparejada. La cohabitación no resulta sencilla ni es justa si se erige un Yo dominante, tirano, totalizador. Si en cambio se permite la existencia y acción de una sinfonía de voces, la convivencia puede ser armónica. O menos desigual. Utopía pura.


Me asumo Queer en un intento de nombrar/me asumiendo la inclusión de todas las diferencias. Las propias y las de los otros. No reivindico la tolerancia ni la igualdad, que una es corta y la segunda inaccesible. Creo en el derecho y en el respeto a la diferencia (a la diversidad) y en la demanda de condiciones que posibiliten el ejercicio de la equidad en el mayor número de ámbitos en los cuales se desenvuelven los sujetos.


Asumo en mi carne el riesgo de ser traspasado. Herido. De otras heridas dan cuentan las cicatrices que habitan mi cuerpo. He aprendido a vivir en la frontera (riesgo máximo) que es como no habitar ninguna parte y estar en todas. Paradoja pura. Resisto porque espero. Y me afano en la construcción real de esa esperanza que no es cristiana ni chantajista sino racional y emocional. Humana.