MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

miércoles, 21 de marzo de 2012

SUBJETIVIDAD FARMACOPORNÓGRAFA

No es que yo me abrace al dolor, sino que éstos, los muchos dolores que han enraizado en mi cuerpo, se abrazan a mí. Un dolorerío cotidiano, que algunas veces, también es constante. Cada mañana, nomás despertar, ingiero mil gramos de ácido acetilsalicílico para exorcizar cualquier malestar que se haya anidado en mis articulaciones durante la noche. La tomo en versión efervescente, desde luego, para no lastimar el estómago y evitar recurrir entonces a veinte miligramos de omeprazol (mi amado Inhibitrón).




Tras la ducha, unto bajo los ojos una ligera capa de Active anti-age eye care with pure olive leaf concentrate y en el resto de la cara una película de Total age control cream; anti-wrinkle hidratation con la finalidad de mejorar la fachada, mantener a raya los signos visibles del desgaste y aspirar a permanecer en el mercado del deseo, si acaso vale.




Refuerzo mi caparazón con unas gotas de “Óleo Forte”, una esencia cítrica que aleja de mí las “malas” vibras. Otras más de Nasalub para hidratar la nariz. Y si no he dormido bien, un par de gotas de “Manzanilla Sophia” para humedecer la mirada. Masajeo mis pies con una crema “calmante y refrescante”. Y si descubro una nueva herida en la piel, la recubro con una película de isotipendilo (Andantol; buenísimo). Ahora mismo he comenzado la inyección de 2ml de tiamina, piridoxina y cianocobalamina, cinco aplicaciones durante diez días, para rendir al máximo, para potencializar mi energía.




La cantidad de menjurjes extra depende de la contingencia que me habite. Hay mañanas en las que necesito tan poco (y entonces me cuestiono si aún estoy vivo) que siento que una parte de mí deambulará desnuda entre las multitudes. Sí, soy un sujeto farmacopornógrafo que sostiene su subjetividad a base de sustancias para que la vida (mi vida) curse con normalidad, que no con naturalidad, si prolongo mis dedos en un teclado, los giros de mi mano en un mouse; mi presencia espectral bajo significantes visuales (ora imagen, ora texto) y auditivos. También revitalizo mi ritmo con un par de vodkas o unos tintos para llegar al final de mi jornada. Vivir no es fácil; sobrevivir, es un reto y la asunción de un costo.




“La sociedad contemporánea –cito a Preciado- está habitada por subjetividades toxicopornográficas: subjetividades que se definen por la sustancia (o sustancias) que domina sus metabolismos, por las prótesis cibernéticas a través de las que se vuelven agentes, por los tipos de deseos farmacopornográficos que orientan sus acciones” (:33). Así, rindo tributo al imperio farmacéutico sin apenas quejarme, de suerte que podría definirme una subjetividad omeprazol, como otros son subjetividad Prozac, subjetividad alcohol, subjetividad cortisona, etcétera.




Siguiendo a Preciado, “el verdadero motor del capitalismo actual es el control farmacopornográfico de la subjetividad, cuyos productos son la seratonina, la testosterona, los antiácidos, la cortisona, los antibióticos […] y todo aquel complejo material-virtual que puede ayudar a la producción de estados mentales y psicosomáticos de excitación, relajación y descarga, de omnipotencia y de total control” (:36-37). Visto así: ¿Qué hay de natural en mi cuerpo? ¿Qué queda de volición en mí? ¿Qué posibilidades reales existen de regresar al principio? ¿Cuál es el inicio? ¿Existe la posibilidad de subvertir este orden?




Lo que el amor desnuda en mí es la energía (Barthes) y lo que el capitalismo postfordista revela, al poner al descubierto el cableado que me articula, pero también los ductos por donde circulan y son absorbidas las sustancias que me sostienen con vida, es una “fuerza orgásmica” (potentia gaudendi) de excitación de un cuerpo condenado a cumplir/rendir, a permanecer conectado: “el cuerpo polisexual vivo es el sustrato de la fuerza orgásmica. Este cuerpo no se reduce a un cuerpo pre-discursivo, ni tiene sus límites en la envoltura carnal que la piel bordea […] este cuerpo es una entidad tecnoviva multiconectada que incorpora tecnología” (Preciado, 2008:39).




De suerte que podría escribir en mi estado de feis: excitado. Un estado permanente de deseo y angustia, de anhelo y frustración, de búsqueda y desasosiego, de presencia y desarraigo. La contradicción impura que funda la subjetividad adicta. En la era farmacopornográfica no hay lugar para confesar que se está molido. Porque quienes caducan, sencillamente no está conectados: no existen.






Preciado, B., (2008), Testo yonqui, Madrid, Espasa-Calpe.



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