MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

viernes, 5 de febrero de 2016

Folla a tu prójimo como a ti mismo

Hubo un tiempo en el cual el encuentro sexual fugaz, clandestino, anónimo, temerario (con su alta dosis de alto riesgo y letal) fue característico de quienes se oponían a las reglas del amor romántico, el flirteo y la monogamia. Cuerpos sexuados que vivían el deseo de su carnalidad más allá de las exigencias y limitaciones de la heterosexualidad y la homosexualidad como raíles conductores, normalizantes y totalizantes de las maneras “correctas” para vivir el deseo.
Hubo un tiempo en que fue posible ser radical.
La sociedad consumista que vende-compra satisfactores para necesidades inventadas, más que requeridas, ha impuesto sus cánones en todos los ámbitos de la cotidianidad humana, ello incluye también las dinámicas del deseo que se han higienizado de tal modo que la promiscuidad resulta la “peor” de las acciones y en su contra se defiende una fidelidad a ultranza.
¿Qué es la fidelidad sino un corsé para la vivencia humana? Se fideliza al cliente, al consumidor, al empleado, al creyente; ahí donde se fideliza, se esclaviza, se aliena, se arrebata la posibilidad de agencia. Fidelizar es obedecer. Y quien obedece no reflexiona.
Mujeres y hombres buscan con ahínco (así en la realidad como en el universo virtual) el amor, pero no como experiencia y construcción de la subjetividad, sino como una suerte de ortopedia existencial en la que se tiene a quien declarar dueño de los sentimientos, pensamientos y acciones, a quien reclamar atenciones y favores, a quien servir para sentirse útil y dotar de sentido la propia existencia, es decir, el amor como excusa para sobrevivir la vaciedad de una vida consumista, ergo, insatisfecha.
De esos “amorosos” me guardo. Seres (la más de las veces) pusilánimes, resentidos, egoístas, superfluos que exigen encontrar en el otro lo que adolecen en sí mismos. Si el amor es carencia, déficit, búsqueda de sí en las fronteras del otro: en tiempos de la hetero/homonormatividad, buscar y hallar el amor es el mandato y el vector que vehicula y justifica todas las ansias, las dolencias, los pequeños triunfos que enmascaran grandes derrotas que in/satisfacen la vivencia diaria.
Se coge higiénicamente: hombre y mujer, hombre con hombre, mujer con mujer, pero siempre guiados por el amor (romántico) y el deseo (normativizado), lejos de excesos, excentricidades, anormalidades, con fantasías validadas por el establishment que devienen prácticas permitidas (y sólo las permitidas) que excluyen todo aquello que ensucia el marco aséptico de lo que cabe en la expresión “hacer el amor”.
Se coge coitocéntricamente. En la escena sexual sólo toman parte los genitales y en las posturas que deben participar; fuera queda lo erótico y lo afectivo porque ello supondría abrir las posibilidades del ejercicio de una sexualidad integral, plena, de verdad satisfactoria… porque ello demanda corresponsabilidad, respeto, cuidado. Y es más fácil “hacer el amor” (que mandata y no obliga) que follar, que exige todo.
Las demandas de compañía que ocultan la urgencia de un satisfactor que colme momentáneamente el abismo propio disimuladas bajo requisitos como: busco a alguien a quien le interesen los buenos sentimientos (¿cuáles son los malos?), el físico no importa, quiero a alguien fiel, no busco sexo (pero se interroga sobre la forma, el tamaño, los modos de los genitales), entre otras expresiones, manifiestan la urgencia de cumplir el mandato de un sistema heterosexual y generizado (sólo masculino-femenino) que ha absorbido en su pretendida corrección muchas de las antiguas desobediencias sexuales, afectivas y emotivas amparado en un discurso de la prevención, la higienización, la exclusión de lo extraño, lo raro, lo anómalo. Se manda “hacer el amor” aunque con ello se deshaga el cuerpo carnal y emotivo, se amputen zonas de la subjetividad y se restrinja el goce. 
Yo prefiero follar que es una forma de re/conocer al otro y a sí mismo. Follo con todo el cuerpo, pero también con la mente y los afectos, con inteligencia e irracionalidad (sin guiones ni presupuestos, lo más espontáneo posible, si cabe). Follo con quien sea posible, pero sobre todo conmigo. Follo porque puedo.


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