MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

martes, 2 de diciembre de 2008

UNO TIENE LO QUE QUIERE TENER

La frase que da título a esta entrada hace alusión a las distintas situaciones de vida en las que a veces nos hallamos, debido precisamente a nuestras acciones; esto es, que el estado en el que nos encontramos -casi siempre de desventura- no es sino consecuencia de un acto anterior.
Llevo algunos años realizando un trabajo de sensibilización respecto a la necesidad de mirar la realidad con una perspectiva de género; desnaturalizar las acciones cotidianas de los individuos y empezar a cuestionar las normas en las que se apoya la desigualdad que subordina la condición femenina y empezar a ejecutar de otra manera el papel de mujer y de hombre. Pero resulta que la oposición a estos cambios surge precisamente de las mujeres.
El feminismo más rancio moriría ipso facto al mirar las actitudes sumisas, de codependencia y anulación que asumen tantas mujeres antes que tomar la decisión de empoderarse y asumir la responsabilidad de su propia vida. Son ellas, muchísimas veces, el coeficiente de fricción estática que impide el movimiento de sensibilización de los individuos o que lo frena hasta casi detenerlo. Las razones, no creo que las sepan. La inercia o el temor, la indiferencia, el hastío. Lo que si queda evidenciado es que son ellas las que destruyen a ellas: se denigran, se torpedan, se degradan. Algunas parecen que desean masculinizarse para hacerse del poder a la mala, muy machas; otras, solamente piensan en conseguir ser el centro de su pequeño universo, feminocéntricas, adictas a sí mismas, tropiezan y caen bajo el paso de su ceguera, otras más, ni piensan, sólo se dejan llevar hacia donde avanza el resto de la manda, sea masculina, femenina o mixta. Lo he creído siempre: el peor enemigo de una mujer es otra mujer.

Muchas veces he intentado dialogar con esa parte reacia de cada mujer para que se de la oportunidad de mirar con detenimiento la realidad, la suya, pero nada sucede. Prefieren seguir bajo el ‘techo de cristal’ (cuando no de acero o concreto) que el machismo les impone. Ni hablar, dice el refrán que el que por su gusto muere, hasta la muerte le saben bien, y desafortunadamente –lo digo con verdadero pesar- hay a quienes la sujeción les parece una forma de poder o en su defecto, una manera de confirmarse cada día, que siguen con vida. Si eso, las satisface, qué tristeza, ser mujer.

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