MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

domingo, 1 de febrero de 2009

LÓGICA DE GÉNERO O EL DETERMINISMO SOCIAL

Una de las consecuencias inmediatas de la denominada lógica de género es creer que todos los hombres son masculinos y todas las mujeres femeninas; ambos, heterosexuales. Y los que no se amolden al grupo, que se queden fuera, que no jodan o que desaparezcan. Esta (i)lógica es la que refuerza la ley social: todos -y todas- somos heterosexuales -ni debería preguntarse-, es lo más lógico, lo natural, lo sano. Este presupuesto es la raíz de la violencia contra las mujeres, la homofobia, la trasnfobia, el rechazo absoluto a toda manifestación sexo afectiva diversa, y en consecuencia, ajena al cánon moral cristiano y represaliador que nos imponen desde la cuna. Incluso antes.

La heterosexualidad, he referido otras veces, no se cuestiona así misma salvo que aparezca en su horizonte un individuo que se asuma o proclame homosexual, lesbiana, transexual, travesti o alguna otra denominación. Ante una confesión abrupta, el buga reacciona con violencia porque es la única manera -injustificada, desde luego- de asimilar su estupor; pues fue educado para dar sentado como natural la universalidad del deseo heterosexual: si a mí me gustan los de mi sexo opuesto, a él o a ella también. La refutación de sus supuestos le resulta siniestro, desconcertante, indigerible.

Afortunadamente la hegemonía de la masculinidad y feminidad heterosexual ha sido cuestionada y llamada a cuentas; un hecho impensable hace 150 años cuando se gestaba lo que sería el movimiento de liberación homosexual: no más la categoría de enfermos, desviados, invertidos, raros, sodomitas, indeseables, impíos, pecadores y toda esa sarta de acuñaciones 'locales' que aportaron las instituciones como el Estado, la escuela y la iglesia (¿dónde no se halla esta última cuando de hacer daño a la humanidad se trata?).

Si se detiene uno a observar y empezamos a hacer cuentas, descubriremos que esas minorías contabilizadas resultan ser una cantidad mayor que la que conforma el grupo de heterosexuales; convirtiendo, por mera matemática básica, en un pequeño reducto de entes raros (que te gusten los de tu sexo contrario bien podría ser una anomalía) a los heterosexuales.

El asunto consiste en desmitificar antiguas normas que no tienen justificación natural ni divina, como algunos oligofrénicos pretenden hacernos creer, sino que apoyados en convenciones culturales han dado un cúmulos de privilegios a unos cuantos y recucido a servidumbre social y sexual a muchos más. No se trata de venganza, sino de justicia.

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