MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

viernes, 16 de enero de 2009

MANFICTIÓN: CUANDO LEER ES COSA DE HOMBRES

La fiebre de la literatura bestselleresca no cede. Y en este 2009 surge la denominada Manfiction (ficción de hombres) con la masculina tarea de cotrarrestar la chick lit (literatura por y para mujeres). Reduciar el ejercicio lector a una 'guerra de los sexos' poco o nada sirve para construir la equidad de género.
Cedo la voz Jordi Costa, al articulistas de EL PAÍS:
CÓMO SER UN HOMBRE DE VERDAD*

Convendría recomendar algo al lector interesado en estos territorios: la mejor manera de no levantar sospechas sobre su rocosa masculinidad es no obtener el producto en esos antros de libertinaje y libre pensamiento que conocemos como librerías. Los quioscos de aeropuertos y los expositores de supermercados ya ofrecen con toda comodidad lo que un hombre alfabetizado necesita para leer como un hombre... de bagaje poco sofisticado. Habrá quien quiera emular a sus héroes: lo primero es olvidarse de eso que suelen llamar revistas masculinas: Go, Men's Health, Gentleman y, en todo caso, nutrir el revistero con publicaciones dedicadas al armamento y a las artes marciales, por ejemplo.

Jack Reacher, el gañán inmortalizado por Lee Child, dibuja el mejor retrato robot del neomacho: ex militar y actual espíritu libre, recorre el país en autobuses de línea y compra su ropa de usar, sudar y quemar cuando ya huele mal en cada parada de varios días. Su única pertenencia es un cepillo de dientes. Por supuesto, Reacher, capaz de matar a un hombre con sus propias manos sin que los huesos de la víctima crujan de manera indecorosa, es alguien que no le hace ascos a las camisas hawaianas y que, en un momento dado, es capaz de conducir un furgón mientras suena un CD de Sheryl Crow a todo trapo. Uno intuye que, de ser español, sería de ese tipo de personas que añoran el Sepu. Sus oídos están familiarizados con el jazz -cabe suponer que no en sus modalidades más abstrusas- y no suele utilizar las subordinadas en el registro conversacional.
Hasta aquí EL PAÍS. Si algunos de ustedes se creen lo que han leído y se disponen a cumplir a rajatable tales sugerencias, seguramente no serán lectores competentes ni más cultos, pero sí se divertirán -y causarán risa a mucha gente- disfrazándose cada cierto tiempo de trashumante progresista. Lo que hacen las crisis...

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