Todo sobre mi madre. Pedro Almodóvar
La frase almodovariana podría parecer un exceso para muchos; una desmesura para otras. Para mí, es un manifiesto. Un grito que define una región sin linderos físicos. Un lugar sin dimensiones: un punto.
Ahora que la identidad está hecha pedazos y el mundo en general es un puzzle de partes con aspiraciones a ser autónomas, resulta más complejo entender porqué aún existen instituciones y personas empeñadas en querer constreñir a los individuos en guetos específicos: heterosexuales, blancos, católicos, occidentales, ricos, entre otras etiquetas que además que clasificar, excluyen.
Por ello la teoría Queer acerca la posibilidad de libertad para todos aquellos cuerpos que se resisten a ser clasificados y atrapados en un cerco tan estrecho. Sabemos, es inevitable, que es necesario nombrar, y que al hacerlo fijamos, delimitamos, representamos y damos forma a una serie de simbolizaciones que se interpretan a partir de contextos específicos; eso es innegable. Pero una cosa es nombrar y otra emparedar al individuo en un lugar concreto de una estantería harto reducida.
Existimos individuos que queremos desplazarnos a los largo de esa estantería o no pertenecer a ella. O quedarnos fijos y olvidados. O partir y no volver. O volver reiteradamente. Permanecer y dejar de ser. La libertad para elegir el estado de reposo o de movimiento identitario tendría que partir de la decisión del individuo y no (únicamente) de las fuerzas que condicionan su estado inercial.
La liberación puntual de los cuerpos es la aspiración del sujeto Queer. A eso aspiramos en multitud, manifestándonos bajos todas las formas del sarcasmo o del misterio o de la provocación. Hacer visible lo que la ley social, amaparada en la lógica del género, ha hecho ilegítimo cuando no invisible o punible o indeseable. La hegemonía de la mirada masculina (machista) ha subordinado a las mujeres y excluido otras formas del deseo. Ha consignado la obligatoriedad de la heterosexualidad, la reproducción, el falocentrismo.
Las multitudes Queer, hartas de habitar la periferia, reclamamos el derecho a cohabitar con la heterosexualidad (que también es una minoría) en el centro.
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