MASCULINIDADES EN RESISTENCIA

We're here. We're queer. Get used to it.

martes, 23 de febrero de 2010

BUSCANDO FORMAS DE SER

Intentando ser simples, puede considerarse que lo simbólico es como la atmósfera, no sé ve pero sostiene, contiene, posibilita y limita. La materialidad, en cambio, es la traducción de esos imaginarios en acciones y discursos. Cuando afirmo: soy hombre, el cuerpo físico (y todo lo que esto implica) se significa a partir de mi idea de lo que es o debe ser un hombre, más la noción de hombre que poseen aquellos que me escuchan. Ser hombre entonces no es solamente creérmelo sino que me lo crean los otros, que me lo reconozcan. Lo cual certificará que mi actuación del género es conveniente.

Si mi afirmación suscita dudas, risas, silencios, puedo interpretar que no me hice oír o que efectivamente los demás no me perciben como tal, entonces debo asumir un plan B que quizá no posea: repetir mi afirmación o alejarme de ese sitio donde no soy reconocido. Insistir por la aceptación puede desembocar en la recepción de múltiples formas de violencia o en la activación de prácticas de resistencia que buscan imponerme y lograr la concesión del grupo de hombres.

La opción de desistir es la más sana en este caso, qué sentido tiene llamar dos veces e incluso más, a una puerta que no se abrirá nunca, en cambio, uno sí puede pelear racionalmente por el reconocimiento de múltiples ejecuciones del ser hombre y del ser mujer sin caer en confrontaciones con unas y otras. El diálogo entre diversidades sería lo más inteligente. No obstante, dada la supremacía de una masculinidad y feminidad denominada hegemónicas, que se declaran como el ideal a alcanzar, mantener y reproducir en todos los cuerpos, tal plano de concordia no siempre se establece y sí un cambo de batalla donde unas y otras se enfrentan en busca no solamente de reconocimiento sino de la anulación de las otras, tal es la perversión de la masculinidad y feminidad obligatorias.

¿Es posible un universo donde quepan muchos universos? Estoy convencido de que sí, siempre y cuando ningún universo estés por encima del otro, que no se considere mejor o más valioso. Ninguna forma de ser mujer o de ser hombre es más óptima, en todo caso las hay más deseables porque no se ejercen de manera violenta ni utilizan esta vía en sus prácticas cotidianas, existen algunas que no imponen líneas de acción ni discursos y sí se comprometen a un estilo de vida en la que la equidad sea una realizad alcanzable y no meramente una utopía, o peor, un no-lugar.

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